Para algunas personas no está muy claro el lugar que el placer ha de tener en nuestras vidas. A lo largo de la historia de la humanidad, ha habido una lucha entre las fuerzas del placer, las fuerzas del deber y la culpa. Hay quienes optan por la búsqueda de placer como forma de vida. Para otras el sacrificio parece que tiene un valor en sí mismo.
M. A. Martín
El hedonismo es una filosofía de vida que persigue el placer. El término se deriva de una palabra griega que significa "delicia". La idea básica que fundamenta el pensamiento hedonista es que el placer es lo único bueno para la persona. Esto a menudo se utiliza como una justificación para evaluar acciones en términos de cuánto aumentan el placer o de cuánto disminuyen el dolor. En términos más sencillos, podemos decir que una persona hedonista intenta maximizar la fórmula 'más placer y menos dolor'. Ha habido muchos críticos de esta postura y ha llegado a ser considerada egoísta.
Si nos centramos en el ámbito sexual, llaman la atención las dificultades que pueden llegar a experimentar muchas personas para permitirse el placer, quizás por miedo a ser egoístas. Está claro que hay quienes oscilan entre permitirse el máximo placer posible y cumplir con sus deberes como pareja sexual.
Muchas parejas prestan atención tanto a la intensidad del placer como a su duración. La preocupación o insatisfacción al respecto a veces les motiva a acudir a la consulta sexológica. Es importante para ellas tanto la cantidad de placer que pueden derivar del sexo como el tiempo que dura esa intensidad. Al final, un buen número de parejas pueden encontrar un punto de equilibrio entre ambos aspectos.
Por otro lado tenemos los niveles del placer. Podemos hablar del placer corporal o carnal, que pertenece a un nivel distinto al del gozo mental. En el sexo, la persona tiene la oportunidad de disfrutar en los niveles más concretos, como pueden ser los relacionados con el tacto, el contacto corporal y la consecución del orgasmo. Asimismo, puede obtener placer de los aspectos psicológicos que forman parte de la unión sexual; es decir, la sensación de fusión, de compañía, de ser especial e incluso de plenitud.
Otras personas, en cambio, se sienten satisfechas al ver que tienen pleno control sobre sus deseos. Vencer las tentaciones es su objetivo. Se vanaglorian de su disciplina y del control de sus impulsos para mantenerse alejados del sexo. La actitud que una persona puede mostrar con respecto al placer en general, muchas veces es un ejemplo de la actitud que muestra con respecto al placer sexual. Sería interesante reflexionar sobre hasta qué punto influye cómo hemos sido criados, y el estilo de vida en el que vivimos, en nuestra capacidad para aceptar y disfrutar los placeres de la vida sin pensar en la culpa y el pecado.
¿Cuánto placer suele haber en tu vida en general? ¿Cómo se relaciona con tu vida sexual? ¿Te hace sentir culpable disfrutar del placer?