Queremos más que sexo explícito


El sexo explícito, sin más, no siempre supone un estímulo erótico. La descripción de la función sexual puede excitar de una forma limitada. Los humanos no somos robots hormonales que respondemos automáticamente a señales y estímulos biológicos. De hecho, somos expertos en vestir la función sexual, en llenarla de significado. En efecto, esta propensión a dotar el sexo de contenido simbólico, llevada al extremo, puede devenir en parafilias o variantes sexuales. Y éstas, a su vez, pueden llegar a mermar considerablemente el abanico erótico de la persona.

M. A. Martin
La parafernalia sexual, la liturgia del sexo, hace que el erotismo sea una fuente de inspiración muy poderosa en nuestra especie. Podría decirse que la representación del sexo es casi tan vieja como el mundo. En tiempos prehistóricos ya se dibujaban o se hacían estatuillas con caracteres sexuales exagerados: senos enormes, falos prominentes...

En China se han descubierto dibujos y grabados de la época de la dinastía Ch’an con representaciones del acto sexual. En las ruinas de las ciudades griegas se han encontrado desde jarrones con dibujos de parejas en el momento del coito hasta graffiti y textos con clara intencionalidad erótica. Las ruinas de la ciudad de Pompeya son como una cápsula de tiempo que ha permitido conocer cómo se divertían los romanos. Los restos del principal burdel de la ciudad muestran numerosas escenas de sexo. Incluso, se descubrieron las ruinas mayas de las Cuevas de Petén, en las que había murales con contenidos exclusivamente eróticos y un claro culto al falo.

Por otra parte, el cristianismo llegó a prohibir cualquier tipo de manifestación gráfica de la sexualidad y durante mucho tiempo constituyeron un tabú y estuvieron censuradas. En el Renacimiento, no obstante, era posible encontrar representaciones gráficas de la sexualidad, ya sea abiertamente o bien de forma discreta o incluso encubierta.

Actualmente, la industria del sexo ofrece una inmensa variedad de representaciones del sexo, adecuadas a todas las preferencias y adaptadas al gusto del aficionado. Según su contenido, podemos encontrar, por ejemplo: pornografía amateur; porno-cum; bondage; breast-porno; fetichista; Hentai; heterosexual; gay; orgiástica; étnica (asiática, negra; latina; interracial); zoofílica, voyeaurista... Desgraciadamente, la oferta en el mercado también incluye porno con niños, víctimas indefensas de esas terribles prácticas.

Además de la compartida expresión formal del erotismo, a través del cine, el arte, la literatura…, cada ser humano cuenta con su imaginario sexual, sus imágenes y fantasías propias, íntimas y muchas veces secretas, esas que encienden la chispa de la excitación y son el impulso para escalar los peldaños del placer.

¿Qué papel desempeña la imaginación en tu vida sexual? ¿Eres aficionado a material erótico? ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración sexual?