El verano es época de relax, de vacaciones, pero también de discusiones, porque las parejas pasan más tiempo juntas. Según el Instituto de Política Familiar, uno de cada tres divorcios tiene lugar después del verano. ¿Cómo sobrevivir a la crisis? ¿Es verdad que la pareja también debe renovarse o morir?
M. A. Martín
A lo largo del tiempo, las relaciones de pareja tienen que superar un sinfín de obstáculos y contratiempos. Sin embargo, cada uno de los miembros no siempre tiene claro cómo afrontarlos y resolverlos. Una relación de pareja conlleva la aceptación de una serie de responsabilidades, así como el reconocimiento de que la relación va a exigir cambios continuos y constantes. Es por ello que resultará imprescindible adaptarse a la relación en el tiempo y en el espacio.
Es esencial aprender a hacer frente a los cambios que van produciéndose en la realidad diaria de la relación. Esto ayuda a que ambas personas puedan sentirse más cómodas en la relación y más unidas. Algunas personas creen que su relación debería seguir siendo como era al principio. A veces este tipo de persona no entiende el devenir de la relación y, debido a los cambios surgidos se frustra y no duda a la hora de lanzarse hacia una nueva relación. Intenta de ese modo mantener la luna de miel, que una vez tuvo, como una constante.
Algunas parejas temen los cambios y consideran que cualquier posibilidad de ir en una dirección distinta es algo amenazador. Pero los cambios en cualquier relación de la pareja son ineludibles. Cuando uno de los miembros se resiste a ellos, puede provocar el distanciamiento, ya que una de las dos personas sí está asumiendo y afrontando los cambios que se van presentando; sin embargo, el otro miembro se va quedando más o menos atascado.
En tales casos, llega un momento en que un miembro de la pareja puede percatarse de que sus intereses, aficiones, objetivos... son muy distintos a los de la otra persona y resulta muy difícil reconciliarlos. A veces se ha dejado pasar tanto tiempo antes de mirar la realidad de la relación que, cuando se hace, puede ser demasiado tarde. Con demasiada frecuencia esto llega a afectar la vida sexual de la pareja.
Para que una relación profundice y se afiance hay que hacer frente a los cambios con entereza, creatividad y confianza. Pueden suponer un aliciente para mantener viva la relación y no perderse en la monotonía, que está siempre al acecho. Las relaciones dependen especialmente de la actualización de las partes, de la negociación y de los ajustes para salir adelante. Y aquí la clave está en saber ser flexible y, sobre todo, en una buena dosis de comprensión y cariño.
¿Has tenido alguna relación de pareja duradera? ¿Cómo has conseguido mantenerla y alimentarla? ¿El verano y las vacaciones os han hecho discutir? ¿Cómo habéis afrontado los cambios? ¿Habéis cambiado mucho desde los inicios de esa relación? ¿Habéis cambiado a la par? ¿Has roto con tu pareja? ¿A qué achacas la ruptura?