Dejando de lado los amores no correspondidos, esos enamoramientos impulsivos y caprichosos, que hacen que miremos con ojos dulces y deseosos a personas para las que no significamos nada (qué duro suena esto) los verdaderos males de amores son los correspondidos, aquellos que se quedan para encadenar y subyugar, que chupan la savia y aprovechan su influjo para convertir a la persona amada en un satélite, en alguien que resulta de utilidad porque cumple los deseos y mandatos.
M. A. Martín
Entre la tipología de los peores candidatos para enamorarse y vivir en pareja, destacan los hombres machistas y las mujeres aprovechadas. Estos especímenes encierran lo peor que la impuesta diferenciación de género ha generado en nuestra sociedad. Creednos: no hay nada peor que convivir con ellos, son capaces de transformar la dulce experiencia amorosa en un cáliz de hiel. El que haya vivido la experiencia sabe de lo que estamos hablando. Nosotros, que hemos visto muchos tipos de relación de pareja en tantos años de consulta, también hemos sido testigos del sufrimiento de muchas víctimas de estos depredadores emocionales.
Empezaremos por el más conocido, el machista recalcitrante que por mor de su sexo se cree el amo del mundo; así, en la relación con su pareja, priman las polaridades: señor-sierva, listo-tonta, autoridad-sumisión. Aunque suene a discurso trasnochado, hace muy poquito hemos tenido una paciente, una chica joven que dejó a su novio porque estaba muy cansada de tener que hacer siempre lo que él decía si no quería vivir inmersa en broncas y malestar. Ella se cansó de decirle que en una pareja tenían que opinar los dos. Sin ningún reparo, él le contestó que en una pareja era mejor que decidiese el que más sabía —en este caso él, claro esta—. La chica ya no pudo más y, afortunadamente, en un ataque de lucidez, consiguió zafarse de tamaño antropófago, que además de no dejarla tomar ninguna iniciativa, la hacía vivir enclaustrada por sus celos patológicos.
Como hemos dicho, en el lado femenino tenemos a la mujer aprovechada. Expertas en rentabilizar la indefensión femenina, siempre encuentran cómo sacar partido de su fragilidad. Aparentan sumisión, pero esa apariencia no es más que una argucia manipuladora; conocen las debilidades masculinas, saben cómo sacarles lo que quieren. El problema en estos casos es que su interés erótico no suele coincidir con su interés económico; para hablar claro, les interesan unos para sacarles el dinero y otros para que alivien sus ardores. El problema es que el pagano suele pasarlo bastante mal y no siempre le resulta fácil salir de sus redes.
Estos papeles que aquí hemos asignado al sexo masculino y femenino también se dan entre homosexuales y lesbianas. De hecho, recordamos el caso de un hombre muy culto e inteligente, que sucumbió a los encantos de un petimetre con aspiraciones de cantante, que le sacó todo el dinero que pudo: le montó un piso, le compraba todo lo que quería, hasta que finalmente acabó arruinado y en la cárcel. Todo el mundo se daba cuenta de lo que pasaba menos él, que loco de amor lo sacrificó todo por un chupóptero seductor.
¿Has tenido experiencias de mal de amores con alguno de estos perfiles? ¿Cómo lo resolviste? ¿Has conocido casos cercanos?