La capacidad erógena

La capacidad de despertar erotismo es muy importante tanto a nivel individual, como en pareja. En consulta, a menudo los miembros de la pareja se sorprenden al descubrir que tan sólo utilizan una mínima parte de su capacidad erógena.

M. A. Martín
En alguna ocasión anterior, hemos comentado la importancia de la intimidad para generar actividad sexual en la pareja. Podríamos decir que en la gran mayoría de casos es ésta la primera condición necesaria.

Por otra parte, el segundo paso consistiría en generar excitación. La excitación implica un proceso muy curioso, tanto que a veces se presenta cuando menos lo desea la persona. Y, otras, por mucho que lo intenta, no consigue excitarse.

Todo es cuestión de centrarse adecuadamente en las sensaciones que se van produciendo en el cuerpo. A veces, las ideas (que nada tienen que ver con la excitación) distraen a la persona y le impiden excitarse. Se produce nerviosismo y esto no hace más que empeorar la situación.

Un pequeño truco que recomendamos, y que suele dar un buen resultado, es centrar la atención en una zona erógena. Todas las personas suelen contar con una o dos zonas erógenas principales, por lo menos. Es decir, una o dos áreas en su cuerpo que al ser estimuladas consiguen despertar mucho erotismo en la persona. En general, la estimulación de la piel representa uno de los principales motores de la actividad sexual. Y, concretamente, el estimular una zona de la piel en particular puede producir una excitación especial en todo el cuerpo.

La piel cuenta con un lenguaje especial, con todos los matices que ello supone. Es un lenguaje que puede ser capaz de comunicar mensajes distintos según el contexto en el que se produce. Asimismo, es posible desarrollar un rico lenguaje y un repertorio erótico con un inmenso potencial. Los matices del lenguaje de la piel se transmiten a través de la temperatura, la intensidad, las vibraciones, el ritmo...

Por todo lo anterior, resulta conveniente desarrollar dicho lenguaje, sacar el máximo provecho de las zonas erógenas y optimizar nuestra capacidad erógena. En nuestras relaciones sexuales es muy útil saber qué hacemos y qué respuestas obtenemos. Es algo necesario para ambos miembros de la pareja. Es excitante conocer los matices eróticos que somos capaces de sentir y provocar. Al igual que el lenguaje de las palabras requiere de un continuo cultivo para su desarrollo, el lenguaje de la piel también lo necesita.

¿Conoces tus zonas erógenas? ¿Crees que sacas el mayor provecho de éstas? ¿Consideras que las zonas erógenas femeninas son muy distintas a las masculinas? ¿Qué importancia has dado en tu vida al lenguaje de la piel?