Los vaivenes del sexo

Uno de los aspectos que más se debaten en torno al sexo es el de la frecuencia. Son muchas las personas muy preocupadas por la cantidad de relaciones sexuales que tienen habitualmente.

M. A. Martín
Hace un tiempo tuvimos en consulta a un hombre de unos 45 años que vivía obsesionado por el número de relaciones sexuales que tenía con su mujer, quien era más o menos de la misma edad. A la primera consulta trajo una lista con el número de coitos que habían tenido en los últimos meses. Al parecer, durante un periodo de tres meses vivió una especie de segunda luna de miel en el que habían ido aumentando muy considerablemente sus encuentros sexuales. En el cuarto mes, no obstante, su segunda luna de miel se había ido a pique porque él había empezado a tener dificultades para conseguir la erección.

El hombre se encontraba destrozado y su ánimo había decaído tanto que corría el riesgo de caer en una depresión, lo que empeoraría la disfunción eréctil. Al explorar la historia del paciente éste nos contó que hasta hacía poco tiempo su actividad sexual había sido escasa. La pareja había trabajado muy duro para salir adelante. Eran padres de dos hijos, tenían un negocio en el que trabajaban juntos, con una relación en general armoniosa. Pero poco tiempo y poca energía les había quedado para dedicarla a su vida sexual. Ella, sin embargo, últimamente había experimentado un mayor deseo; muy probablemente debido a que los niños ya estaban criados y habían disminuido sus obligaciones y preocupaciones. Como le pasa a muchas mujeres a esa edad se sentía más segura de sí misma: contaba que por primera vez en su vida se sentía guapa y atractiva, lo que había aumentado su autoestima....

Él, por su parte, contaba que debido a que ella se había estado mostrando más dispuesta que nunca para el sexo, había intentado aprovechar tan maravillosa oportunidad. Así, en pocos meses, la cantidad de relaciones sexuales se había catapultado y llegaban a tener coito dos veces al día, hasta que él empezó a padecer disfunción eréctil. Le dolía particularmente la idea de estar desaprovechando la oportunidad de tener más sexo ahora que su mujer se mostraba completamente deseosa y dispuesta.

El hombre vino a consulta preocupado por no poder mantener tan alto rango, esclavo de la producción, tenía la misma actitud con el sexo, más preocupado por la cantidad que por la calidad de sus relaciones sexuales. Los humanos siempre queremos más, no entendemos que la vida —la sexual también—, es como una noria y así hay que vivirla, disfrutando las subidas y comprendiendo las bajadas. No se puede vivir indefinidamente con la preocupación de estar en la cresta de la ola, ni superando marcas.

¿Qué piensas de esta paradoja? ¿Por qué crees que el hombre empezó a padecer disfunción eréctil? ¿Te ha pasado algo parecido en alguna ocasión? ¿Qué opinas de esta historia? ¿Alguna vez se te ha ocurrido contar el número de polvos que vas teniendo?