Las Fantasías Sexuales


En relación con la sexualidad, la fantasía, el juego y el erotismo en general, funcionan como sustitutos del deseo y de la misma práctica sexuales -ya que es imposible tener sexo, desear o enamorarse cada cinco minutos o siempre que apetezca-. También como recursos que nos afianzan como seres sexuales, siempre que esa fantasía no se dé en un contexto moral represor, en cuyo caso ejercerá más bien el rol de desahogo de otras potencialidades del individuo.
Obviamente, en ese plano individual, la fantasía erótica sirve para 'ponerse a tono', para ayudar a excitarse, solos o en pareja. Y cuando no hay pareja 'a mano', sirve para ensayar mentalmente experiencias potenciales que posteriormente, a raíz de un encuentro sexual real, podrán por ello vivirse más satisfactoriamente y con mayor seguridad en sí mismo/a. Fisiológicamente son un potente recurso de retroalimentación entre la mente y el cerebro, resultando a veces fruto de las descargas hormonales de éste, y otras veces recogiendo estímulos externos, recreándolos y vertiéndolos al cerebro para suscitar tales hormonas. Con ello se le transmite al individuo la sensación de que es tiempo para el sexo, aunque sea para la autosatisfacción: y es que ésta es la actividad más frecuentemente acompañada por fantasías eróticas ...